Aunque las autoridades estatales y federales ya intervienen, el escándalo por el falso crematorio en Ciudad Juárez desató una ola de indignación. Las omisiones del gobierno municipal metieron en aprietos a Pérez Cuéllar
El hallazgo de más de 380 cuerpos embalsamados en un falso crematorio de Ciudad Juárez no sólo estremeció a una ciudad ya acostumbrada a la tragedia, también le asestó un golpe fulminante a las aspiraciones políticas del alcalde Cruz Pérez Cuéllar, quien soñaba con la gubernatura de Chihuahua en 2027.
La revelación del “crematorio del horror” –que operaba a plena vista, sin permisos ni supervisión, y que estafó a cientos de familias con urnas vacías y despedidas ficticias– desnudó la ceguera administrativa del gobierno municipal.
¿Cómo puede pasar inadvertido un sitio que operaba desde hace cuatro años y almacenaba cientos de cadáveres sin que nadie en la presidencia municipal se enterara?
La indignación traspasó fronteras estatales. Mientras la Fiscalía de Chihuahua y el gobierno federal intentan mitigar el escándalo, la pregunta que muchos se hacen es una sola: ¿Dónde estaba Pérez Cuéllar mientras todo esto ocurría? Su respuesta, en vez de apagar el incendio, avivó las llamas.
Alegó desconocimiento, se lavó las manos y afirmó que la supervisión de funerarias no es competencia municipal. Pero para los cientos de familiares que hoy se agolpan en la fiscalía estatal en busca de respuestas –y quizás de un duelo que nunca vivieron correctamente–, esa declaración suena a burla.
El caso del crematorio “Plenitud” ya no es sólo una tragedia humanitaria. Es también un recordatorio brutal de cómo la omisión política puede ser tan grave como la acción criminal. Y en este caso, lo único que ha sido incinerado de forma definitiva es la candidatura de Cruz Pérez Cuéllar.
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TODAVÍA NO TOMAN PROTESTA y ya hay chispazos entre los nuevos integrantes de la Suprema Corte que encabezará el ministro Hugo Aguilar. Aunque se les presentó como un bloque afín a la 4T, la realidad empieza a desmentir la narrativa oficial: las fisuras internas son más profundas de lo que se preveía.
Una de las primeras en marcar distancia ha sido Lenia Batres, cuya propuesta para despedir al personal administrativo de la Corte fue vista como una medida temeraria. La mayoría no sólo la desestimó, sino que dejó claro que no están dispuestos a seguir posturas tan extremas.
Tampoco cayó bien el estilo de Arístides Guerrero. Su afán de protagonismo digital y su tono simplón en redes sociales generan inquietud. Para sus colegas, una cosa es comunicar el trabajo de la Corte, y otra muy distinta banalizar el papel de sus integrantes.
Por ahora, apelan a mantener el temple, la sobriedad y el rigor institucional. Pero si este es apenas el inicio, el desenlace promete turbulencias.
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GUSTAVO MACALPIN, influencer de verbo filoso y dedo rápido en redes, se ha convertido en un dolor de cabeza para la gobernadora Marina del Pilar Ávila. Pero en los pasillos políticos de Baja California se repite una sospecha: su furia no es ideológica, es personal.
Según fuentes locales, todo comenzó cuando la mandataria le cerró el paso a la candidatura por la alcaldía de Mexicali. Lo vio verde, sin tablas, y apenas le ofreció una diputación local, lo cual él consideró una ofensa. Desde entonces, Macalpin pasó del aplauso a la crítica furibunda.
Ahora, con las elecciones de 2027 en el horizonte, se dice que volverá a buscar la alcaldía, con el partido que le abra la puerta: Movimiento Ciudadano o incluso el PAN. Falta ver si su popularidad digital se traduce en votos reales.
Porque cuando lo despidieron en vivo de su medio, las muestras de apoyo fueron más ruidosas que sinceras. Terminó refugiado en sus redes, desde donde ataca sin distinción… y gana seguidores al por mayor.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “El crematorio de Ciudad Juárez era falso, pero la indolencia del gobierno es auténtica”.