La Organización Internacional del Trabajo informó este martes que los beneficios ilegales derivados del trabajo forzoso han aumentado significativamente, alcanzando la “obscena” cifra de 236.000 millones de dólares anuales. Este fenómeno, que se refleja principalmente en la explotación sexual, priva a los migrantes de sus ingresos, reduce oportunidades laborales legales y facilita la evasión fiscal. La OIT insta a una acción internacional para abordar este flagelo que perpetúa la pobreza y atenta contra la dignidad humana.
Los datos recopilados en 2021, el año más reciente abordado en el estudio, muestran un aumento del 37%, equivalente a 64.000 millones de dólares, en comparación con estimaciones anteriores de hace una década. Este incremento se debe tanto al aumento en el número de personas explotadas como al incremento en las ganancias generadas por cada víctima, según el informe de la OIT.
Gilbert Houngbo, director general de la agencia, ha instado a la cooperación internacional para combatir este fenómeno, señalando que el trabajo forzoso perpetúa la pobreza y la explotación, socavando los fundamentos de la dignidad humana. La OIT define el trabajo forzoso como aquel impuesto contra la voluntad del trabajador y exigido bajo coacción o amenaza.
El estudio revela que más de la mitad de las víctimas se encuentran en la región de Asia-Pacífico, aunque otras regiones también están afectadas. La explotación sexual representa la mayoría de los beneficios, con casi tres cuartos del total global, mientras que el trabajo forzoso en la industria y los servicios también contribuye significativamente a esta economía ilegal.
La OIT advierte que la situación no ha hecho más que empeorar y destaca la necesidad de esfuerzos globales para abordar esta grave violación de los derechos humanos y laborales. Aunque se han realizado algunos esfuerzos para combatir esta práctica, el mundo está aún lejos de alcanzar los objetivos de la ONU de erradicar el trabajo forzoso para 2030.