Entre elogios y ataques, la relación México–EU transita por una lógica de conveniencia. Mientras Trump manda señales de respeto, su equipo multiplica los señalamientos
De muy buena fuente sabemos que, como primer ministro de Canadá, Justin Trudeau nunca fue santo de la devoción de Donald Trump. En cambio, sabemos también que siente admiración y respeto por la presidenta Claudia Sheinbaum, razón por la que poca gente encuentra una explicación a los constantes ataques hacia México y la 4T.
Pero hay varias teorías al respecto –algunas salen incluso del gabinete presidencial y Palacio Nacional– y todas se centran en una idea primaria: Estados Unidos no tiene amigos, tiene aliados y socios comerciales.
Eso quiere decir que el Tío Sam hará todo para someter a quienes quieran hacer acuerdos, tratos o negocios con ellos, incluidos sus vecinos de México y Canadá.
En ese contexto se suscriben los vaivenes de la tirante relación que mantienen ambas naciones. Un día Trump elogia al gobierno de Sheinbaum y, al otro, su fiscal, Pam Bondi, nos incluye en la lista de los enemigos de su país.
Un día reconoce el trabajo contra el narcotráfico y al otro pone en jaque a tres instituciones bancarias mexicanas que presuntamente han cometido delitos graves.
Es probable que en algunos casos tengan razón, pero también es cierto que el gobierno de Trump se está mexicanizando, como lo dijo el editor de la sección Orbe de El Heraldo de México, José Carreño.
Para mi experimentado colega, funcionarios gringos atacan a nuestro país porque creen que esa es una forma de quedar bien con su presidente, como ocurrió en territorio azteca durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, en la que varios “servidores públicos” trabajan sólo para endulzar el oído a su “gurú”.
De esa forma, integrantes del gabinete de Trump colocan a México en su agenda, sí porque hay temas pendientes, pero más por “seguirle” la corriente al mandamás de Washington.
Lo cierto es que, de este lado del Río Bravo, no se dejan ayudar, sobre todo cuando existen sospechas de que el crimen organizado está enquistado en todos los sectores, desde el gobierno hasta las instituciones bancarias.
Y mientras no se cambie esa “narrativa” –término muy de moda en estos tiempos–, seguirán usando los gringos a México como el villano favorito para ajustar cuentas pendientes con otros países, hacer campaña, justificar malas gestiones o quedar bien con la Casa Blanca.
Es el caso de las financieras mexicanas Intercam, CI Banco y Vector, que son investigadas por lavar dinero del narco. Todavía no se conoce el desenlace de esta historia, pero surge también una pregunta: ¿Hay motivos ocultos de EU? Parece que sí, porque se sabe que estas instituciones tienen nexos con empresas chinas. Han hecho negocios millonarios. Y eso, para Trump, huele a traición.
Desde Palacio Nacional ya se atiende esa línea de investigación, porque Trump no quiere ver a México cerca de Pekín… aunque él mismo esté haciendo tratos con el dragón rojo. ¿La incongruencia en persona o negocios son negocios?
Por lo visto, es el pragmatismo de negocios lo que mueve al mandatario estadounidense y, mientras eso no cambie, seguirán buscando pretextos para tener a México y a los mexicanos con la bota del Tío Sam en el cuello.
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TODO UN FIASCO ha resultado Rommel Pacheco. No ha podido avanzar en su gestión frente a la CONADE. Por el contrario, va como los cangrejos, con lo que confirma lo que muchos piensan: ser buen deportista no es garantía de ser buen servidor público.
Un tribunal colegiado le negó un amparo, con lo que determinó que no pueden crear “federaciones fantasmas” como la supuesta Federación Mexicana de Clavados, impulsada por la CONADE y el Comité Olímpico Mexicano.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La diplomacia de Trump: besa con un post de X y golpea con su gabinete”.