El Papa Francisco expresó en una entrevista reciente su deseo de que Ucrania considere la opción de la “bandera blanca” y el diálogo para poner fin al conflicto con Rusia, haciendo hincapié en la valentía que implica negociar y buscar la paz. El pontífice mencionó que “cuando ves que estás derrotado, que las cosas no van, debes tener el valor de negociar”.
En respuesta, el gobierno de Ucrania rechazó enfáticamente cualquier sugerencia de rendición y defendió la permanencia de su bandera azul y amarilla. El ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba, afirmó que la bandera de Ucrania es símbolo de su lucha y resistencia, y que no será sustituida por ninguna otra. En un mensaje en redes sociales, declaró: “Nuestra bandera es amarilla y azul. Esta es la bandera por la que vivimos, moriremos y triunfaremos. Nunca levantaremos otras banderas”.
Además, Kuleba criticó las declaraciones del Papa y pidió evitar repetir errores del pasado, haciendo referencia a la connivencia entre el Vaticano y la Alemania nazi en la primera parte del siglo XX. A pesar de esto, expresó su esperanza de que el Papa Francisco visite Ucrania en el futuro.
En el ámbito religioso, el primado de la Iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, también reaccionó, señalando que Ucrania está herida pero no sometida. Durante una misa en Nueva York, instó a la resistencia y subrayó que el pueblo ucraniano no contempla la rendición, incluso en las zonas donde se libran los combates.
La posición de Ucrania refleja su firme determinación en la lucha por la libertad y la vida de su pueblo, mientras que las declaraciones del Papa han generado un debate sobre la estrategia y el valor en el contexto del conflicto actual.