La construcción del Parque Tlalli-Pan y la Ciclovía Gran Tenochtitlán avanzan sin estudios que garanticen su viabilidad. Lejos de mejorar la movilidad, podrían duplicar el tráfico, aumentar la contaminación y poner en riesgo la infraestructura del Metro
La Calzada de Tlalpan, una de las arterias más emblemáticas y transitadas de la Ciudad de México, vive un nuevo capítulo de caos urbano. Mientras el gobierno capitalino presume proyectos de “movilidad sustentable”, especialistas y vecinos alertan que las obras del Parque Tlalli-Pan y la Ciclovía Gran Tenochtitlán podrían traer más problemas que beneficios.
La calzada –que conecta el sur con el centro de la ciudad y sirve de salida hacia Morelos y Guerrero– perderá la mitad de su capacidad vial. Cada sentido se reducirá de cuatro a dos carriles para dar paso a un parque elevado y una ciclovía de 34 kilómetros.
Lo preocupante, advierten los expertos, es que ambas obras carecen de proyectos ejecutivos públicos, por lo que se desconocen sus estudios ambientales, de movilidad y de impacto urbano.
El Parque Tlalli-Pan, con una longitud de nueve kilómetros y una altura estimada de cinco metros sobre la vialidad, se construye sobre el derecho de vía de la Línea 2 del Metro, entre Pino Suárez y Taxqueña.
Su primera etapa, de 1.8 kilómetros, va de Pino Suárez a Chabacano. La Ciclovía Gran Tenochtitlán, por su parte, recorrerá toda la calzada y ya elimina un carril por sentido.
Las consecuencias son previsibles: más tráfico, mayor contaminación y riesgo estructural para el sistema de transporte subterráneo. Sólo este año, la capital ha registrado cinco contingencias ambientales, y reducir la capacidad vehicular agravará las emisiones.
Además, las obras pueden dañar ductos de gas, redes eléctricas y tuberías de agua, lo que representa un riesgo para el Sistema de Transporte Colectivo (STC) y los vecinos de la zona.
Otro riesgo es la gentrificación. El nuevo corredor urbano elevará el valor del suelo y desplazaría a la población original. Donde hoy hay viviendas y pequeños comercios, mañana podría haber cafeterías de lujo y renta turística.
Los ingenieros del Metro advierten afectaciones a los muros de confinamiento y a la subestructura de la Línea 2, una de las más antiguas de la red. A esto se suma la interferencia con los sistemas de comunicación TETRA, esenciales para coordinar la operación de trenes.
Incluso se retiró parte de la red contra incendios entre las estaciones Pino Suárez y Chabacano, lo que deja vulnerables tanto a usuarios como al personal operativo.
Paradójicamente, mientras la ciudad destina recursos a proyectos de alto impacto visual, el STC Metro continúa con fallas, saturación y falta de mantenimiento. Vecinos y especialistas coinciden: antes de levantar parques elevados, la prioridad debería ser reforzar la seguridad y eficiencia del transporte público.
A menos de un año del Mundial de Futbol 2026, la capital se juega su imagen ante millones de visitantes. Apostar por obras sin planeación, sin estudios y con riesgos estructurales, podría convertir a Tlalpan en el ejemplo más reciente de cómo las buenas intenciones pueden pavimentar el camino al desastre.
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DICEN, LOS QUE DICEN que saben, que el verdadero promotor y protector de Hernán Bermúdez, presunto líder del grupo criminal La Barredora, fue el hoy diputado Jaime Humberto Lastra, quien no ha dicho “esta boca es mía” en torno al cúmulo de acusaciones que pesan sobre el ex funcionario tabasqueño.
Siendo fiscal del estado, Lastra fue el principal impulsor de “El Requena” en la gestión de Adán Augusto López, como gobernador de su entidad. Y ha logrado estar fuera de los reflectores. Todos los cuestionamientos sobre los antecedentes criminales de Bermúdez han sido sobre Adán Augusto quien, por su falta de pericia, ha tenido que lidiar con todo el desprestigio del caso.
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Y como dice el filósofo.. Nomeacuerdo: “El problema no es Bermúdez: el problema son sus padrinos con fuero”.





