La reciente resolución de la ONU, que respalda la autonomía saharaui bajo administración de Marruecos, parece ser una cosa lejana para México; sin embargo, reconfigura el tablero y abre la oportunidad para tener un nuevo socio comercial
En 2021, México intentó abrir una ruta estratégica con Marruecos: acuerdo comercial, vuelos directos y acceso a fosfato para fabricar fertilizantes, clave para el agro nacional. La jugada parecía redonda: los marroquíes poseen los mayores yacimientos de fosfato del planeta y es potencia en fertilizantes; mientras que nuestra nación, país agrícola, necesita insumos baratos y estables.
Pero la diplomacia se cruzó con la geopolítica: México se había adherido a naciones que reconocieron y apoyaron movimientos de separatismo bereber en el Sáhara, cuyo objetivo es independizarse de Marruecos.
Con ello, México quedó metido —directa o indirectamente— en un conflicto local y la puerta comercial con Rabat se cerró justo cuando más hacía falta.
Sin embargo, el tablero cambió el viernes pasado cuando el Consejo de Seguridad de la ONU avaló que Marruecos “ponga orden” y organice la autonomía del pueblo saharaui en el Sáhara Occidental.
Francia, España y Gran Bretaña acompañaron; China y Rusia se abstuvieron; y la ruta que Donald Trump había empujado desde años previos quedó consolidada.
En Marruecos hubo fiesta en Rabat, Kenitra, Tánger, Casablanca y Marrakech. En México, el tema pasó inadvertido, pese a que la decisión funciona como cachetada con guante blanco para quienes respaldaron a los rebeldes marroquíes y, de paso, reabre una ventana para el suministro de fertilizantes.
La consecuencia práctica es evidente: si México quiere bajar el costo de los insumos agrícolas —y con ello proteger la seguridad alimentaria, del maíz a la tortilla— necesita diversificar proveedores.
Los bloqueos carreteros de productores la semana pasada lo recordaron: hay falta de apoyos y encarecimiento de fertilizantes y herbicidas. La ayuda de la 4T, aunque necesaria, no alcanza cuando el agricultor depende de trasnacionales o de lo que llegue desde Estados Unidos.
No es fatalismo: una definición político-diplomática de décadas —ratificada en los hechos en 2021— nos dejó sin opciones con un socio natural para México y Latinoamérica.
La cronología enseña: primero hubo voluntad de conectar con Rabat; después primó la postura ideológica; ahora la ONU respalda la vía marroquí; y mientras Marruecos celebra, en México pagamos la cuenta en costos y bloqueos.
Toca recalibrar: reabrir conversaciones, habilitar vuelos directos, asegurar contratos de largo plazo y colocar el interés nacional —agro, precios, logística— por encima de la épica declarativa.
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EL ASESINATO DE CARLOS MANZO en Uruapan, Michoacán, marcará un antes y un después en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Esto es algo de lo que tienen certeza en Palacio Nacional y trabajan a marchas forzadas para corregir el manejo de la crisis que desató ese grave suceso.
El anuncio del Plan Michoacán por la Paz será la columna vertebral de la estrategia, con la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, a la cabeza, quien en los próximos días iniciará una serie de encuentros con actores de todos los círculos sociales de la entidad.
Se reunirá con empresarios, representantes de las iglesias, agricultores y con estudiantes de las principales universidades del estado, porque es en ese sector es en donde se gesta un movimiento que crece como la espuma, amagando con desbordarse.
El tiempo apremia, por lo que se espera que la estrategia final se dé a conocer a más tardar en una semana, mientras tanto, algunos secretarios de Estado serán enviados a Michoacán para atender lo que atañe a sus sectores, como Bienestar, Agricultura y Medio Ambiente, entre otros.
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Como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La geopolítica no se come, pero alimenta cuando se negocia bien”.





