Sheinbaum arrancó arropada por la estructura corporativa de la 4T; Gálvez, con actos simbólicos y estrambóticos, pero sin los dirigentes que la postulan
Con 29 puntos debajo de Claudia Sheinbaum, arrancó Xóchitl Gálvez su campaña por la Presidencia, mientras que Jorge Álvarez Máynez se encuentra en el sótano con sólo 5% de las preferencias electorales.
De acuerdo con la encuesta de Covarrubias y Asociados, publicada aquí, en El Heraldo de México, los cartones se movieron poco y la ex jefa de Gobierno inició con 55% de la intención del voto, mientras que la panista llega con 26%.
Pero hay quienes insisten en que esto no refleja la realidad real. Es una fotografía del momento que cambiará conforme pasen los días. Nada está escrito sobre piedra, dicen desde la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN, PRI y PRD). Y los de enfrente, en la coalición Sigamos Haciendo Historia (Morena, PT y PVEM), advierten que no hay marcha atrás. Que la elección está ganada y Claudia sólo tiene que administrar su ventaja.
Sea como fuere, lo que vimos en el arranque de cada campaña es una muestra de lo que nos espera en los próximos tres meses. Por el lado de Sheinbaum existe un apoyo corporativo, en el que no sólo está involucrada toda la estructura de Morena, sino el gobierno federal, gobiernos estatales y organizaciones gremiales simpatizantes de la 4T.
Existe una cargada institucional que se hizo patente el viernes en un Zócalo que lució abarrotado, con banderines, matracas y tambores, como se hacía antes, en los mejores tiempos del PRI.
No cabía un alma en la plancha de la Plaza de la Constitución ni calles aledañas. Todos los rincones del primer cuadro fueron ocupados por camiones y gente que provenía de todos los puntos cardinales de la República. El número de asistentes pasó a segundo plano. Lo que se veía eran ríos y ríos de simpatizantes y militantes, algunos de los cuales llegaron por voluntad propia y, otros, porque les prometieron algún apoyo. Lo cierto es que la 4T mostró el músculo y su capacidad de movilización.
En contraste, Xóchitl apostó más por lo simbólico, con una carga de estrambótico. Encabezó un mitin con unos cuantos simpatizantes en Fresnillo, Zacatecas, por tratarse de la ciudad con más inseguridad del país.
Lo hizo en solitario. No la acompañó ninguno de los dirigentes de los partidos que la postularon (Marko Cortés, Alejandro Moreno o Jesús Zambrano).
El hecho dejó preguntas en el aire: ¿Se avergüenza la candidata de sus dirigentes? o ¿sus dirigentes le ven poco futuro a esta candidatura?
Como sea, quedó mal sabor de boca, porque da la sensación de que su periplo lo hará en solitario. No hay certeza de que las estructuras partidistas trabajarán para ella.
Mientras tanto, Gálvez hace esfuerzos para llamar la atención, como firmar con sangre promesas de campaña.
Del emecista Jorge Álvarez Máynez poco se puede decir. Apuesta por las redes sociales. Además, decidió iniciar su campaña en Lagos de Moreno, Jalisco. Entidad en donde más críticas ha recibido, no de la oposición, sino de su correligionario Enrique Alfaro. Y lo único que le auguran es ganar lo suficiente para mantener el registro del partido naranja.
FUERTES RECLAMOS recibió Mario Delgado después de la postulación de candidatos a diputados y senadores. No sólo por los excluidos, sino por algunos que se incluyeron en las listas sin su conocimiento. Como el caso de Américo Villarreal Santiago, hijo del gobernador de Tamaulipas, Américo Villareal.
El joven apareció como senador suplente en el lugar 22 de la lista de plurinominales, con nulas posibilidades de ganar. El hecho, sin embargo, provocó un perjuicio para él y su padre, porque todo mundo les echó en cara un supuesto gesto de nepotismo, cuando ni enterados estaban.
Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Las campañas electorales son el Disneylandia de la política: todo es brillante, divertido y ligeramente surrealista”.